The Best Ways to Enjoy Viñales Valley

(scroll down for the english version – voyez plus bas pour la version française)

El Valle de Viñales se ubica a 2h30 al oeste de La Havana.  Todos los que nos hablaron de ello antes de que lleguemos, lo hicieron con mucha énfasis, intentando expresar la belleza del lugar.  Cuando lo vemos por primera vez, se entiende por qué.

Raúl y yo ya queríamos llegar.  Dejamos nuestra etapa la más al sur, Trinidad, unas 5 horas antes, un tiempo largo que se necesitó hacer en taxi colectivo para volver cerca de La Havana.  Al cruce de las autopistas, tuvimos que esperar 1 hora a que llegará otro colectivo para llevarnos (y otros turistas) a nuestro destino, en Pinar del Rio o Viñales.  Tres horas más tarde (parada de gazolina incluida: acá, para rellenar el tanque, se hace en una casa particular, bidones trás bidones con un embudo; un poco rústico pero, sí, funciona).

Llegar por encima del valle es impresionante.  Todo es verde y el aire mucho más fresco que en el sur.  Las montañas están esparcidas como en el Valle de Vang Vien en Vietnam.  Estamos en medio de la región cafetera.  La ciudad de Viñales consta con sólo una calle principal de la cual salen todas las otras donde se encuentran cantidades de casas particulares para hospedarse.  Una calle sirve de mercado artesanal.  Todos los restaurantes para turistas y otros más humildes están en la calle principal.  Frente a la iglesia y en la plaza principal, se reunen todos los que necesitan una conexión internet gracias a sus tarjetas prepagadas (única manera de tener wifi en la isla, la tarjeta cuesta 3 CUC ∼ $mxn 61/1 hora).

Los dueños de la mayoría de las casas particulares ofrecen servicios de alquiler de bicicletas, de cabalgatas, visitas de plantaciones de café y tabaco.  Como siempre, los precios son un poco más caros ahí que en la calle.  Entonces, Raúl y yo fuimos por la segunda opción cuando vino el momento de decidir cómo ocupar nuestro último día en la isla.  Encontramos 2 bicicletas con un muchacho en la calle por 14 CUC ∼ $mxn 285/día en vez de 20 CUC en nuestra casa particular.  En unos minutos, estamos en medio del valle, descubriendo unos lugares, perdidos, siguiendo los meandros de los senderos de tierra roja.  A la vuelta de uno, nos encontramos con un jinete vestido de un sombrero y botas de vaquero.  Nos invita a pasear a caballo en la tarde para ver el valle desde el interior.  Por 10 CUC ∼ $mxn 203/persona/3 horas de cabalgata, tenemos cita para un poco más tarde.  Todavía siguiendo los senderos de tierra roja y la calle principal, llegamos al Mirador, donde se tiene una vista a 180° sobre el valle.  Aprovechamos del lugar para tomar una piña colada fresca y deliciosa a pesar de la hora matutina (son pocos los lugares donde se sirve alcohol esos días – somos al 8vo y penúltimo día de duelo nacional después del fallecimiento de Fidel Castro -, así que ¡no se puede perder la oportunidad cuando hay uno!) antes de seguir adelante.

Como seguimos cualquier camino, nos perdimos en el monte, atravezando riachuelos y preguntándonos por dónde estaba el sendero.  Entramos en la propriedad de un tabacalero y de café que nos invita de inmediato a descubrir su plantación.  Así aprendemos cómo se cosecha el café, se selecciona y se muele, también por las pequeñas manos del niño de 3 años, orgulloso de mostrarnos su trabajo. 😉 También vemos cómo se secan las hojas de tabaco, previamente rocíadas de pizcas de cítricos para conservar su aroma.  Luego, se enrollan los cigaros a mano, sin ningún otro ingrediente.  Son muy populares al extranjero.  Después de haber tomado un excelente jugo de cítricos y caña de azucar, nos quitamos con las bicicletas, para ir a nuestra cita con el vaquero.

Con los caballos, vamos por algunos kilómetros mientras nuestro guía nos habla de la región.  Hace mucho tiempo que no hacemos cabalgatas, así que se siente fuerte en los músculos…  En general, durante esas cabalgatas, los turistas también visitan las plantaciones de café y de tabaco; como ya habíamos visto una de improviso en la mañana con las bicicletas, nos concentramos en descubrir solamente el valle y le dimos una gran vuelta.  También pudimos visitar una cueva donde se puede bañar en un lago subterraneo en la obscuridad total.  No nos latió la experiencia, así que seguimos a caballo.  Compartimos un trago con nuestro guía, los ojos todavía enfocados en el valle antes de volver a su casa al galope.  Me aturde facilmente la velocidad a caballo y me encanta esos momentos de libertad – con los estribos demasiado largos para mi, tuve que reencontrar mis reflejos de jinete entrenada para quedarme en la silla. 😉 ¡Me encanta!

Aquel último día soleado en este lugar tan mágico nos llenó el corazón de alegría.  De verdad, fue la mejor manera de terminar nuestra estancia.  Y aunque nos fuimos con el cuerpo todo adolorido, ¡estamos listos para volver a pasear en bicicleta y a caballo en cuanto se pueda!

¿Se van de cabalgata?  A bicicleta?  Dónde experimentaron su mejor momento?

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[English]

Viñales Valley is situated 2h30 west of Havana.  Everyone who talked to us about it before our vacation in Cuba only had amazing superlatives to do so, desperately trying to convey its impressive beauty.  One can only comprehend it once in front of it.

Raúl and I were eager to arrive, already.  We had left our southernmost stop, Trinidad, some 5 hours earlier to get on a collective taxi back to La Havana.  There, we waited 1 hour for another collective van to arrive and take us and other tourists to Pinar del Rio and Viñales.  Three hours later (diesel break, included: here, when you need to get gaz, you may do so at someone’s house, container after container via a funnel; a rather rudimentary but also effective technique).

Arriving above the valley is absolutely stunning.  There’s green everywhere and the air feels much fresher than in the south.  Mountains are sprouting here and there and remind me of Vang Vien Valley in Vietnam.  We have arrived in the region of the coffee plantations.  The city of Viñales is only made of its main street; side streets leave from it and are mainly occupied by casas particulares, to host the hords of tourists who come and visit.  You can also find the local hand-craft market in one of those streets.  Restaurants for tourists and others, more humble, stand along the main one.  People gather in front of the church and the main square to get their share of internet connexion via their prepaid card (only means to get wifi on the island, the card costs 3 CUC ∼ U$ 3/1h).

The owners of the majority of the casas particulares offer a wide range of activities, from renting bikes to going horseback-riding and visiting coffee and tobacco plantations.  It is usually more expensive to go with them than the local on the street.  So, when it came to deciding what to do on our last day on the island, Raúl and I immediately opted for the second option.  We made a deal with a boy in the street and got 2 bikes for 14 CUC ∼ U$ 14/day instead of 20 CUC at our casa particular.  We had hardly gone that we found ourselves in the middle of the valley, discovering it easily, getting lost, following lovely red dirt trails.  Rounding a curve, we met with a man on a horse, wearing a cow-boy hats and boots, who offered to spend the afternoon horseback-riding to visit the valley deeper.  For 10 CUC ∼ U$ 10/person/3 hours of riding, we made a deal and agreed on meeting again later.  Following the dirt roads and the main one, we arrived at the Mirador, where we had a perfect 180° view over the valley!  We even enjoyed a delicious piña colada, in spite of the early hour (very few places dared serving alcohol these days – we were on day 8 of the 9-day national mourning period after Fidel Castro’s death -, so we couldn’t say no when there was one!), before we left off and kept on going around.

We found an intricate and off-the-beaten path trail and actually got lost, had to cross little creeks and wondered where the real trail was.  We entered the property of a local coffee and tabacco plantation where the owner immediately invited us to take a tour.  We thus learned how to grow, harvest, select and grind coffee, including by the 3 year-old boy of the family, ever so proud of showing us the little job he was entitled to do! 😉 We also saw drying tabacoo leaves, which were first sprayed with citrus in order to keep their aroma.  Cigars are then rolled up by hand.  They are a delicacy abroad.  After drinking a delicious citrus and sugarcane juice, we took the road again on our bikes and slowly made our way back to meet with our cow-boy.

Once on the saddles, we went for a few miles with our guide telling us about the region.  It had been quite a while since our last horseback-riding, so we sure felt it pretty soon in our muscles…  In general, during those horseback-riding tours, tourists are taken to visit a coffee and tabacco plantation, but since we unexpectedly did one on our bikes that morning, we focused on the valley itself and gave it a wide tour.  We also had a glimpse into a cave, at the end of which one can bathe into an underground lake in absolute darkness; not very fan of the idea, we declined the invitation and got back on our horses.  We had a drink with our guide, our eyes still glued to the valley before going back home on a gallop.  I am easily intoxicated by the speed of a galloping horse and love the feeling of liberty – with my stirrups too long for me, I soon had to muster all of my seasoned rider’s skills to stay put in my saddle! 😉 I loved it!

This last day under the sun in such a magical place touched us deep into our heart.  It sure was the best way to end our stay on the island.  And, even though we left with very sore muscles, we hope to get back in the saddle as soon as possible.

Do you ride?  Horses, bikes?  Where did you take your favorite ride?

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[Français]

La Vallée de Viñales se situe à 2h30 à l’ouest de La Havane.  Tous ceux qui nous en avaient parlé avant qu’on arrive à Cuba n’avaient utilisé que des superlatifs essayant désespérément de rendre justice à son incroyable beauté.  En arrivant sur place, on comprend facilement pourquoi.

Raúl et moi avions hâte d’arriver.  Partis plus tôt de notre étape la plus au sud, Trinidad, il nous aura tout de même fallu 5 heures en taxi collectif pour arriver près de La Havane, où on a dû attendre 1h avant de changer de taxi et de grimper dans un mini-van en route vers Pinar del Rio et Viñales.  Trois heures de route plus tard (arrêt diesel inclus: ici, pour faire le plein, c’est chez l’habitant, bidon par bidon via un entonnoir; plutôt rustique mais tout aussi efficace!).

L’arrivée au-dessus de la vallée est simplement impressionnante.  Du vert partout et un air beaucoup plus frais qu’au sud.  Des montagnes posées ici et là dans la vallée me rappellent les gorges de Vang Vien au Vietnam.  On est au cœur de la région caféière.  La ville de Viñales se compose uniquement d’une rue principale qui dessert de plus petites où se trouve pléthore de casas particulares où tous les touristes trouvent où se loger.  Une rue abrite un petit marché artisanal.  Tous les restaurants à touristes comme les plus humbles sont sur la grande artère.  On retrouve au pied de l’église et sur la place tous ceux venus chercher une connexion internet via leur carte prépayée (unique moyen d’avoir accès au wifi sur l’île, la carte coûte 3 CUC ∼ €2,7/1h).

Les propriétaires de la majorité des casas particulares proposent des services de location de vélos, des balades à cheval, des visites des plantations de café et de tabac.  Comme toujours, les prix sont légèrement plus élevés ici que dans la rue.  Alors, Raúl et moi avons opté pour la seconde option, au moment de décider de nos activités pour notre dernier jour sur l’île.  On a récupéré 2 vélos pour 14 CUC ∼ €13/jour au lieu de 20 CUC à notre casa particular.  A peine partis, nous voilà au milieu de la vallée, découvrant quelques recoins, perdus, suivant les méandres des chemins de terre rouge.  Au détour de l’un d’entre eux, un cavalier avec chapeau et bottes de cow-boy nous invite à passer l’après-midi à cheval pour mieux visiter la vallée depuis l’intérieur.  À 10 CUC ∼ €9,20/personne/3h de balade à cheval, on prend rendez-vous pour un peu plus tard.  En continuant sur nos chemins de terre et sur la route principale, on se retrouve au Mirador d’où on a une vue magnifique sur la vallée à 180°!  On en profite pour déguster une piña colada délicieuse malgré l’heure matinale (peu d’endroits servent de l’alcool ces jours-ci – on est au 8ème et avant-dernier jour de deuil national après la mort de Fidel Castro -, autant en profiter quand il y en a un!) avant de reprendre les chemins détournés.

Celui que l’on emprunte est si détourné qu’on se retrouve au milieu des fourrés, à traverser de petits cours d’eau et à se demander par où continuer.  On arrive sur la propriété d’un planteur de café et de tabac qui nous invite immédiatement à découvrir sa plantation.  On apprend donc comment est récolté le café, trié, séché et moulu, même par les petites mains du jeune garçon de 3 ans, ravi de nous montrer comment il fait! 😉 On découvre également le tabac séché, lequel a préalablement été pulvérisé de zestes d’agrumes pour en faire ressortir tout l’arôme.  Les cigares sont ensuite roulés à la main, sans aucun autre ajout.  Ceux-ci sont particulièrement prisés à l’étranger.  Après avoir bu un excellent jus d’agrumes et de canne à sucre, on reprend nos vélos et on se dirige lentement vers notre point de rendez-vous avec notre cow-boy.

A cheval, on parcourt quelques kilomètres au pas pendant que notre guide nous parle un peu de la région.  Cela fait longtemps que nous n’avons pas fait de balade à cheval, on le sent déjà dans nos muscles…  En général, pendant ces balades à cheval, les touristes font également des visites de plantations de café et tabac; vu qu’on les avait faites à l’improviste le matin avec nos vélos, on s’est concentrés sur la vallée uniquement et en avons fait un grand tour.  On a même été visité une grotte où il est possible de se baigner dans l’obscurité totale dans un lac souterrain.  Mais l’expérience ne nous a pas tentés plus que ça et nous sommes repartis à cheval.  On a bu un pot avec notre guide, les yeux toujours rivés sur la vallée avant de rentrer au galop vers sa maison.  Je me grise facilement de la vitesse à cheval et adore ces moments de liberté – avec des étriers trop longs que je perdais facilement, j’ai dû vite retrouver mes réflexes de cavalière aguerrie pour rester en selle! 😉 J’adore!

Cette dernière journée au soleil et dans ce lieu magique nous aura touchés droit au cœur.  C’était vraiment la meilleure façon de terminer notre séjour.  Et même si on est repartis avec des muscles très endoloris, on est prêts à remonter en selle dès que possible.

Vous faites des balades à cheval?  À vélo?  Où avez-vous vécu votre plus beau moment?

Au cas où vous les auriez manqués, retrouvez tous les articles sur Cuba, ici.